RESISTENCIA INDIGENA A LO LARGO DE LA HISTORIA

Las sublevaciones indígenas que se suceden a lo largo de toda la época colonial y en la república temprana, como se verá más adelante, tienen como objetivo central la recuperación de tierras ancestrales y la restitución de antiguas formas de vida indígena. Con un carácter distinto, tales sublevaciones también se observan a lo largo del siglo veinte, ya con los Estados latinoamericanos modernos.

 

La lucha por la restitución de las tierras ancestrales

durante la colonia

 

Estas luchas se constituyen además, en una búsqueda constante por la restitución de su propia mentalidad y cosmovisión, grave y constantemente vulneradas en el sistema social colonial. Muchas tierras indígenas colectivas se perdieron bajo el sistema de posesión que sustentó el acaparamiento de tierras en manos de grupos de poder blancos y criollos; pero también de algunas élites indígenas que mediatizaban el funcionamiento de las comunidades con el aparato administrativo colonial. En la medida en que los procesos de acumulación colonial se sustentaron en el acceso y control de la mano de obra servil en torno a la encomienda, el obraje, la mina, la hacienda y las reducciones, el acceso de los indígenas a las tierras comunales aseguraba la reproducción de esa misma mano de obra prácticamente gratuita. Este mecanismo, en realidad, garantizaba la subsistencia de las relaciones sociales desiguales. La lucha por la tierra y los derechos agrarios han estado en la base de los intentos de los indígenas por organizarse. La protección jurídica de la tierra, así como de los recursos naturales que hay en ellos (aguas, bosques, fauna, etc.), los que son considerados esencialmente como recursos colectivos, constituyen demandas centrales de los pueblos indígenas en muchos países de la región y explican conflictos sociales que les involucran. Junto a los derechos agrarios, los pueblos indígenas también reclaman con insistencia sus derechos territoriales, esto es el reconocimiento y la delimitación legal de sus territorios ancestrales, ocupados en forma continua por un grupo indígena a lo largo del tiempo, y que generalmente representan el espacio geográfico necesario para la reproducción cultural y social del grupo (Aylwin, 2006: 28).

  1. b) Luchas indígenas por la identidad y el autogobierno

Las luchas y la resistencia indígenas no siempre fueron motivadas exclusivamente por la recuperación de las tierras colectivas. Más allá de la recuperación de las tierras, pero incluyendo el control de las mismas, lo verdaderamente importante resultaba ser la restitución de la propia identidad indígena.

La rebelión indígena en México

Durante el virreinato de México fueron numerosas las rebeliones indígenas, reivindicándose en la mayoría de ellas territorio, autonomía y los modos de vida propios. El elemento indio jugó un papel activo en la guerra de Independencia. Los denominados héroes de esta gesta, estuvieron íntimamente ligados a la vida de los pueblos indios: Miguel Hidalgo hablaba otomí, Morelos se formó en pueblos purépechas, un ejército de indios y negros acompañaba a Vicente Guerrero. La rebelión continuó después de la independencia, debido a que liberales y conservadores fueron igualmente nocivos a los pueblos indígenas. En las guerras contra los invasores franceses y norteamericanos se destacan los guerrilleros zacapoaxtlas, nahuas y las milicias mixtecas y zapotecas (Chantal y Omar, 1997).

La restauración de una monarquía indígena no es tan extraña en estos procesos de lucha. En 1834 se dio una rebelión en Exatzingo, estado de Hidalgo, cuya causa era el proyecto monárquico indígena propuesto por los curas Carlos Tapisteco y Epigmenio de la Piedra. Su idea era que se escogiera un emperador entre los doce descendientes de Moctezuma, quien debía escoger una mujer no indígena. El consejo de estado debería componerse de dos delegados por cada estado, uno indígena y uno criollo. Las repúblicas deberían proveer de tierras y agua a quienes las

necesitaran.

 

  • La guerra de los mayas, los yaquis y tarahumara

Otros ejemplos, también mexicanos, nos dan una nueva dimensión de esta resistencia indígena. Se trata de la lucha de los mayas de Yucatán y la de los yaquis de Sonora, quienes cansados de la expoliación constante por parte de los ladinos, decidieron sublevarse por la restitución de sus tierras y de sus derechos. En los estados mexicanos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, entre 1848 a 1901, se dio la denominada “guerra de las castas”, que fue una serie de sublevaciones de los indígenas mayas que trataron de erradicar las múltiples injusticias que los acosaban y las condiciones feudales en que vivían. Un movimiento conocido como los cruzob tuvo lugar en torno a la veneración de la “cruz parlante” que expresaba un mandato divino a luchar sin tregua contra la dominación no-indígena y al control total del territorio. La cruz adoptó identidad femenina vestida de guipil y fustan como las mujeres indígenas. La creencia de que la Cruz habría de protegerlos en la batalla, les permitió a los cruzob resistir militarmente durante más de 50 años.

  • La Santa de Cabora y la rebelión Tarahumara

En los años 1893 y 1894, la sierra Tarahumara del estado de Chihuahua ardería en rebelión inspirada por una joven de 18 años, Teresa Urrea, llamada también “La Doncella de Cabora” o santa rebelde. “la cual había resucitado” y hacía curaciones milagrosas. Su fama se extendió entre los indios, naciendo el culto llamado “teresismo”. La Doncella de Cabora recorrió los pueblos y predicó que todos los actos del gobierno y del clero eran malos. Difundía un mensaje de justicia y libertad e invitaba al combate social. La revuelta cundiría en la región durante varios años; los

santos, que surgían como hongos, hablaban de salvar las tierras y de la lucha contra la dictadura. De los cinco mil sublevados que había puesto en pie de guerra la Santa de Cabora, más de tres mil eran indígenas (Chantal y Omar, 1997).

  • La Guerra Sagrada de los Yaquis

En el norte del país, los pueblos yaquis habían reiniciado su lucha en 1875. El Capitán General Yaqui, Cajeme, encabeza una “Confederación de todos los indios de Sonora para recobrar las tierras perdidas”. Al morir Cajeme, la asamblea de los Ocho Pueblos decide continuar la

guerra santa por la tierra; en esta lucha los jefes caídos son relevados por otros para continuar la lucha. Pese a ser diezmada la población yaqui, su espíritu rebelde jamás pudo ser conquistado. Después del etnocidio y el destierro durante el porfiriato, los yaquis se volverán a poner en pie de lucha aliándose a los rebeldes magonistas. Los yaqui dieron una lucha consecutiva de más de 50 años.

La revolución mexicana de 1910 tuvo en Emiliano Zapata uno de los principales líderes de clara expresión agraria-indígena, cuya bandera de lucha ha sido retomada por los indígenas chiapanecos en el presente.

  • La resistencia en Centroamérica

En Guatemala se dieron una serie de rebeliones importantes como la dirigida por Atanasio Tzul, conocida también como la Insurrección de Totonicapán en 1820, un año antes de declararse la independencia. La región de Los Altos se vio conmovido por un levantamiento indígena en el pueblo de San Miguel Totonicapán y otras comunidades aledañas. La causa específica del furor popular fue el intento de las autoridades guatemaltecas por recaudar el tributo, impuesto este que los amotinados alegaban ya se había suprimido por el rey español. Fue sin duda uno de los más audaces motines en cuanto que sus líderes negaron toda autoridad a las autoridades del reino, declarando de facto autonomía política para sus comunidades y nombrando un rey y presidente indígenas. Pero al igual que anteriores motines indígenas, el de Totonicapán sucumbió a la superioridad militar de la milicia altense (González, 2006: 17).

Apenas constituida la República de Guatemala, una alianza ladinocriolla intenta varias veces crear el Estado de los Altos, en una región donde más del 90% son indígenas. Luego de negociaciones y alianzas se establece la Estado de los Altos en 1838-1948, como un sexto estado de la república centroamericana. Esta también es truncada por el poder central de Guatemala, dominado por los herederos criollos. El Estado de Los Altos cayó cuando los pueblos indígenas de su jurisdicción rechazaron el pago del tributo y los criollos-ladinos altenses utilizaron la fuerza para

subyugarlos (Taracena, 1997).

En El Salvador, en 1833 se da la rebelión de los Nonualcos, dirigida por el Cacique Anastasio Aquino, contra el recrudecimiento de la condición de los indígenas a raíz de la ley contra la vagancia, además contra las deudas y usurpación de tierras. También destaca la participación de los indígenas cojutepeques en la gestación de la “revolución Menendista” en 1883, aunque en el proceso quedaron excluidos y no pudieron recuperar sus ejidos recientemente expropiados.

No obstante, la insurrección indígena-popular de 1932, dirigida por los caciques Feliciano Ama, Francisco Sánchez y otros, en Izalco, Nahuizalco y Juayúa (Sonsonate, occidente del país), estaba basada en la alianza indígena, obrera y campesina, donde la lucha por la tierra era un eje

fundamental. La insurrección será la más importante y traumática de El Salvador, debido al aniquilamiento por parte del ejército de más de 30,000 indígenas y campesinos, que inauguró un largo período represivo en el país que se extendió hasta principios de los años 90. Como efecto de la insurrección, el indígena se invisibiliza como estrategia de sobrevivencia y desaparece de la historia reciente de El Salvador (Alvarenga, 1996). El proceso de apertura del sistema político logrado por los Acuerdos de Paz en 1992, permitió un afloramiento de la sociedad civil y con ellos los indígenas comienzan a abrirse paso.

La acción de resistencia más importante contra los colonialistas españoles en Honduras fue la rebelión de los lencas encabezados por el cacique Lempira en el año 1537. Con el tiempo, los españoles redujeron a los lencas en poblaciones de indios desde donde iniciaron una larga resistencia cultural. Los negros caribes o garífunas llegaron a Honduras en 1797 luego de ser expulsados por los ingleses de la Isla San Vicente donde había construido una experiencia libertaria y de fusión entre la sangre África y la indígena caribe. Dinamizaron el espectro étnico cultural de Honduras, constituyendo en la actualidad uno de los movimientos sociales y culturales más compactos que se les puede encontrar en comunidades diseminadas en la costa Caribe de Honduras, Guatemala, Belice y Nicaragua (Galvao, 1995; Rivas, 2000).

Una serie de conflictos entre las comunidades kunas y las autoridades coloniales, luego colombianas y panameñas respectivamente que precedieron a la más grande rebelión de los kuna. En el año 1925, bajo el liderazgo del cacique Nele Kantule, tiene lugar la “revolución Tule”, contra el trato despótico de las autoridades panameñas y la exigencia forzada del cambio de costumbres y tradiciones (Howe, 2004). Esto causó la rebelión de los kuna, logrando crear de facto la República Tule. En acuerdo con el gobierno panameño, años más tarde se creó la Comarca

de Kuna Yala y con un régimen autonómico, que es en la actualidad una de las experiencias más ilustrativas de autonomía indígena dentro de regímenes republicanos. Pabru Presbri, cacique Bribri de Costa Rica (1710). Cuando los costarricenses declararon la independencia en 1821, el territorio indígena de Talamanca era ya un territorio libre del dominio español. Todo el siglo XVII fue escenario de combates constantes sin que nunca los españoles lograran dominar la región. Después de un siglo de combates, los españoles comprendieron que solo existe una posibilidad para “pacificar” Talamanca. Esa solución era el despoblamiento, es decir, el traslado forzoso de los aborígenes hacia las zonas dominadas por los conquistadores. Durante décadas cientos de hombres, mujeres y niños fueron forzados a abandonar Talamanca, y fueron entregados a los colonos como en una situación similar a la esclavitud. El plan más serio en este sentido se orquestó a finales de siglo, en 1699. Pero los planes españoles chocaron contra un obstáculo insalvable: Pabru Presbri, que era entonces el Blu, jefe político y militar de toda la población de Talamanca. Él organizó la lucha contra los españoles y logró levantar un gran ejército que estuvo a punto de obtener la victoria. El 4 de julio 1710 Pabru Presbri murió fusilado en la ciudad de Cartago (Ibarra, 1984).

 

  • Rebelión indígena de Matagalpa de 1881

Lorenzo Pérez fue el líder de la rebelión de unos 7,000 indígenas Matagalpa que bajaron de las montañas y sitiaron Matagalpa para botar al gobierno que les obligaba a trabajar forzadamente en el levantamiento del hilo telegráfico, y les prohibía el destace de sus reses, el asedio a sus

tierras y la fabricación de la “chicha bruja” que bebían en las actividades festivas y religiosas (Téllez, 1999). Los subtiava, “la raza rebelde” en León, Nicaragua, logró resistir la ladinización y el avance del capitalismo agrario y sobrevivir como comunidad indígena durante el siglo XX,

convirtiéndose junto a la comunidad indígena de Monimbó y Nindirí en Masaya, en símbolos de inspiración, de lucha y de liberación nacional desarrollada en Nicaragua en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado (Jeffrey, 1997).

El pueblo miskito estableció una política de alianzas para conservar lo que se llamó el “Reino Miskito” en el Caribe de Honduras y Nicaragua,que fue protectorado inglés hasta 1860. Las comunidades étnicas y sus territorios de la costa Caribe fueron objeto de economías de enclave que saquearon los recursos naturales sin lograr extender los beneficios de la nación nicaragüense a estos sectores produciendo un aislamiento y marginación histórica. En dichas condiciones pervivieron los remanentes de prácticas autonómicas comunitarias y que jugaron un papel importante en las propuestas de solución al conflicto étnico y político de la costa Caribe en los años 80: el proyecto de autonomía de la Costa Atlántica, como un modelo de avanzada que tuvo impacto importante en el pensamiento indigenista latinoamericano (González, 1997).

 

  • Los mapuches en Chile

Tuvieron que adaptar su cultura a las condiciones de la resistencia exitosa durante la colonia, que les llevó a construir un Estado paralelo que sólo terminó con la conquista realizada por la República de Chile en 1860, con la llamada “guerra de pacificación de la Araucanía”, la chilenización de los mapuches. Campaña expansionista que una década después continuará

con el arrebato de territorios (habitados por indígenas) a Perú y Bolivia, en la “Guerra del Pacífico”.

 

  • El taki onqoy en los Andes del Perú

Éste es quizás el ejemplo más ilustrativo de esa resistencia política y religiosa originada entre los años 1560 y 1572 en Ayacucho, Perú desde donde se propagó a Lima, Cusco, Arequipa, Chuquisaca y La Paz, estas dos últimas en Bolivia. Los indígenas hastiados de la presencia colonial,asumieron que todo contacto con lo español los enfermaría de muerte.

Esta enfermedad, llamada taki onqoy o enfermedad del canto, no cesaría hasta la vuelta del inkarrí o inca rey. Este movimiento que supuso un retorno de carácter mesiánico de los dioses ancestrales encarnados en el Inca y tuvo repercusiones en toda el área andina de lo que fuera el incario. Los indígenas convocaban a sus huacas o seres sagrados, apus o espíritus ancestrales, para que se unieran a la lucha de resistencia de los líderes herederos de los antiguos señoríos indígenas. El Taki onqoy derivó rápidamente a un movimiento de rebelión política. Se pensaba

que las huacas retornarían con todo su poder y vencerían al dios español y con él a los invasores reestableciendo así el equilibrio roto con la conquista. Si bien el movimiento declinó en pocos años, la esperanza de una “reconquista” sobrevivió en los movimientos insurreccionales subsiguientes.

  • Tupac Amaru y Tupac Katari (Perú y Bolivia)

En 1780, casi en las postrimerías del fin del régimen colonial, José Gabriel Condorcanqui, Cacique de Tungasuca, Cusco, que se llamó a sí mismo Tupac Amaru –en remembranza del último inca del mismo nombre–, encabezaba en el sur de Perú y Bolivia una gran sublevación contra los excesos cometidos por los españoles. Condorcanqui, comerciante y descendiente de la nobleza incaica, apelaba a su origen para convocar a una de las rebeliones indígenas más importantes del continente. Al mismo tiempo Túpac Katari, en el altiplano boliviano encabezaba otra rebelión de gran magnitud, que llegó a tomar la ciudad de La Paz. En ambos movimientos tienen destacada participación las mujeres lideradas por Micaela Bastidas (Perú) y Bartolina Sisa (Bolivia). Estas rebeliones llegaron a tambalear al régimen colonial y a proponer un régimen político con base en la eliminación del tributo, el trabajo forzado, el respeto a la identidad cultural y el reconocimiento de las tierras, entre otras. Amaru y Katari son considerados precursores de la independencia de estos países.

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Ingeniero Informatico Aymara, Magister de Educación, que ha desarrollado sofwtare educativo y plataformas para el reforzamiento de la enseñanza de la Cultura Aymara. Entre sus obras está el Desarrollo de Software Educativo Aymara AYMARAN QILLQAÑANI y la Elaboración de Planes y Programas para la Lengua Aymara, la Musica de los Andes y la enseñanza de la Computación en 2005, para la Escuela D-66 de Cariquima. Actualmente está trabajando por implementar curricularmente Escuelas de Enseñanza de la Cultura Aymara, con un modelo educativo basado en el uso de las TICs.

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